30 mayo 2006

Un Dilema Doctrinario

Desde aquellos años agitados y violentos en los que se empezó a forjar en México lo que hoy se conoce como la extrema derecha o ultraderecha, resultado de la fusión de un catolicismo a ultranza con una admiración hacia todo lo que tenía que ver con la Alemania Nazi (las svásticas, la disciplina y la lealtad incondicional a toda prueba de las tropas paramilitares de asalto Sturmabteilung (S.A.) del Partido Nazi, la represión brutal del homosexualismo, la censura implacable de todo aquello considerado pornográfico, un odio visceral hacia los judíos culpándolos cómodamente de todos los males del mundo, las águilas y las antorchas en los estandartes nazis, la brutalidad implacable mostrada en contra de los simpatizantes de las tesis económicas de Marx, etc.) compartiendo con Hitler su creencia firme sobre la existencia de un complot mundial coordinado a la perfección por millones de judíos alrededor del mundo en estrecha colaboración con masones, socialistas e izquierdistas para apoderarse del planeta implantando un estado mundial con algún "descendiente del Rey David" a la cabeza, las sectas de la derecha radical en México enfrentaron un dilema doctrinario bastante serio. Ese dilema que se interponía como un pequeño obstáculo que le impedía a los ultraderechistas mexicanos abrazar ciegamente en su totalidad todo lo pregonado por Hitler era el racismo desmedido en que estaban basada la plataforma de Hitler para la creación del imperio que duraría "mil años".

Ya desde los años treinta en los cuales Adolfo Hitler afianzaba su poder en Alemania y hablaba sobre cosas hermosas a los oídos de todos sus seguidores dentro y fuera de Alemania, uno de los pilares del Nacionalsocialismo era la creencia en la superioridad de las razas. Esta doctrina, basada en las teorías evolutivas de Darwin, un Darwinismo biológico extendido a un Darwinismo social, pregonaba a los cuatro vientos que la humanidad estaba dividida en razas "superiores" y razas "inferiores". Si Charles Darwin había llegado a la conclusión de que todas las especies vivientes estaban cambiando constantemente y de modo gradual, y que en la dura lucha por la supervivencia sólo aquellas especies que acumularan los cambios más ventajosos podrían subsistir para dejar descendencia, Hitler y sus seguidores aplicaron la evolución darwiniana a las razas humanas, considerando a las razas humanas como especies diferentes. Y según esta tesis, la mejor raza de todas moldeada por millones de años de evolución a la cual le correspondía por derecho propio el dominio del planeta, era lo que los Nazis llamaban la raza "aria", la raza blanca formada por europeos caucásicos germanos. Todas las demás razas en el planeta salían sobrando, y si acaso tenían algún objetivo éste no podía ser más que el servir dócilmente a la raza suprema, a esa raza sublime conformada por seres rubios de ojos azules y complexión atlética. Y no había cabida en este mundo para lo que ellos llamaban "las razas inferiores" tales como la negra, la china y la judía. Si acaso se podía convivir de alguna manera, sería con razas intermedias tales como los anglosajones de Inglaterra. Para Hitler, las razas humanas se podían clasificar como creadoras de cultura (los arios), preservadores de cultura (los anglosajones) y los destructores de cultura (los judíos). Y en base a este Darwinismo social, las razas creadoras de cultura estaban justificadas en la implantación forzosa de planes de eugenesia o inclusive de exterminio para limitar el incremento poblacional de esas razas destructoras de cultura. (Tiempo después extenderían este Darwinismo inclusive a grupos sociales dentro de los mismos "arios", grupos tales como los homosexuales a quienes los Nazis consideraban el resultado de alguna aberrante mutación genética.)

Los Nazis no estuvieron solos en el lanzamiento de esta plataforma ideológica que les justificaba lanzarse a la conquista del planeta para obtener por la fuerza ese espacio extra de territorio que Hitler llamaba el liebensraum (espacio vital). Se apoyaron en los trabajos de científicos considerados sumamente eminentes en su época, científicos tales como el médico francés Alexis Carrel:





ganador del Premio Nobel en 1912 por su trabajos en tejidos humanos y transplante de órganos. Fué precisamente Alexis Carrel el que pregonó desde antes de que los Nazis accedieran al poder en Alemania el uso de las cámaras de gas para "liberar al mundo" de las razas humanas inferiores, motivo por el cual hoy se le identifica en muchos artículos y publicaciones como "el padre de las cámaras de gas". Sus ideas están plasmadas en su libro L'Homme, cet inconnu (La Incógnita del Hombre) publicado en 1935, y de hecho en la introducción de la edición alemana de su libro añadió un elogio al régimen Nazi que no apareció en las ediciones de su libro en otros idiomas, la cual decía: "El gobierno Alemán ha tomado medidas enérgicas en contra de la propagación de los defectuosos, los enfermos mentales, y los criminales. La solución ideal sería la supresión de cada uno de estos individuos en cuanto haya demostrado él mismo que puede ser peligroso". Lamentablemente, de la "solución ideal" propuesta por Alexis Carrel a la "solución final" implementada por los Nazis en los campos de exterminio colectivos de Auschwitz no hay más que un paso. Carrel también escribió en su libro lo siguiente: "El acondicionamiento de los criminales menores con el látigo, o algún procedimiento más científico, seguido de una corta estancia en un hospital, probablemente será suficiente para asegurar el orden. Aquellos que han asesinado, cometido un robo armados con una pistola automática o con una ametralladora, secuestrado niños, despojado a los pobres de sus ahorros, engañado al público en asuntos importantes, deberían ser humanitariamente y económicamente removidos en pequeñas instituciones de eutanasia provistas con los gases apropiados. Un tratamiento similar podría ser aplicado ventajosamente a los insanos, culpables de actos criminales". Lo que tenemos aquí es la justificación buscada por los Nazis para la aplicación para su programa de eutanasia T-4.

Si vemos el recibimiento actual que algunos grupos le están dando en los Estados Unidos a los indocumentados mexicanos que por hambre se ven obligados a cruzar la frontera para buscar allá el trabajo que se les niega en México, resalta la importancia de grupos xenofóbicos neo-Nazis tales como el Stormfront White Nationalist Community, los cuales aplicando a los mexicanos los mismos puntos de vista raciales de los Nazis sobre la supremacía de la raza blanca consideran al mexicano típico como el símbolo de una raza decididamente inferior, una raza putrefacta de seres apestosos y malolientes cuya presencia en suelo americano sólo puede contaminar la pureza de la raza blanca en dicho país, robándole lo "ario" a los norteamericanos de raza blanca, motivo por el cual están decididamente a favor de que se cierre completamente la frontera con México mediante un muro triple así como la militarización de la franja fronteriza (esto último ya ocurrió con la orden girada por el Presidente George Bush de enviar a la frontera 6 mil efectivos de la Guardia Nacional).

Si los mexicanos le causamos tanto asco a los supremacistas norteamericanos que están tan preocupados por la pureza de la raza blanca, si ellos basan su odio xenofóbico hacia los mexicanos en la misma ideología de superioridad racial promovida por los Nazis, entonces ... ¿cómo es posible reconciliar esto con la admiración incondicional que las sociedades secretas de la extrema derecha mexicana sienten hacia todo lo que tuvo que ver con la Alemania Nazi, cómo es posible que con todo esto puedan seguir considerando a Adolfo Hitler como un verdadero héroe, como un ejemplo a seguir? ¿Y cómo con este modo de pensar esperaban los Nazis obtener la colaboración de los países latinoamericanos, en especial México, para la instalación de un nuevo orden mundial dirigido por ellos?

He aquí el dilema doctrinario. Un conflicto aparentemente irresoluble.

Sin embargo, cuando Hitler hubo ascendido al poder en Alemania, ya contaba entre los pseudo-intelectuales que lo admiraban y lo apoyaban (tanto dentro como fuera de Alemania) varios personajes que le encontraron a este dilema salidas torcidas, varias de las cuales todavía hasta la fecha son utilizadas por los extremistas radicales del Yunque y de la Autónoma de Guadalajara para dulcificar esa píldora amarga que de otra manera debería haber producido un repudio enérgico hacia todo lo que tuviera que ver con la Alemania Nazi. Una de estas soluciones fué proporcionada por el doctor alemán Arnold Krumm Heller, el cual se esforzó por hilar ideológicamente una estrecha relación entre el nacionalsocialismo hitleriano y el nacionalismo de las derechas seculares mexicanas. Según Krumm Heller, había una "condición de mando de las razas aria y azteca" porque estas eran semejantes. Ambas razas eran "superiores" por la sencilla razón de que provenían del norte y se mantenían relativamente puras. Por ello tanto el México nacionalista como el Tercer Reich tenían derecho a estar por encima del resto de los países del orbe en el próximo reparto del mundo. Esta extraña teoría ligando la superioridad de razas tan distintas como la raza "aria" y la raza azteca a cuestiones geográficas tales como el posicionamiento relativo en el hemisferio Norte destaca como ejemplo de las recovecos ideológicos a los que tuvieron que recurrir los Nazis y su contraparte mexicana para poder reconciliar plenamente el nacionalsocialismo alemán con los movimientos mexicanos de ultraderecha. Del Doctor Krumm Heller podemos agregar que, ya desde que el Nazismo empezó a cobrar auge en Alemania, él procuró contactos con grupos de la extrema derecha de México de aquella época (tales como el movimiento "Acción Revolucionaria Mexicanista", mejor conodico como "Los "Camisas Doradas", liderados por Nicolás Rodríguez) al igual que otros compatriotas suyos adictos al Nazismo como Hellmuth Oskar Schreiter en Guanajuato quien también buscó plantar la semilla del Nacionalsocialismo en este México que los Nazis consideraban estratégico para sus planes de domininación mundial. Y por cierto, los "Camisas Doradas", siguiendo el ejemplo violento de su contraparte los "Camisas Cafés" que conformaban las fuerzas de choque S.A. del Partido Nazi Alemán, se involucraron en un enfrentamiento violento que tuvo lugar en la ciudad de Guadalajara el 2 de agosto de 1936, un enfrentamiento estéril que no condujo a nada, tras lo cual decidieron cambiar de tácticas sumándose a la causa de aquellos estudiantes de clase media que estaban fundando una nueva universidad desde la cual podrían operar de modo más exitoso en forma encubierta.

Una respuesta más "ad hoc" a la idiosincrasia mexicana sobre la doctrina Nazi del arianismo y la existencia de razas superiores e inferiores capaz de incorporar a los mexicanos sin considerarlos inferiores fué postulada por un conocido filósofo y político mexicano muy alabado en los dominios de la Universidad Autónoma de Guadalajara así como entre los miembros de la Organización Nacional del Yunque y los herederos de los movimientos sinarquistas y cristeros del pasado, el Licenciado José Vasconcelos Calderón:





Sin embargo, detrás de esta leyenda, detrás del mito, hay una mancha sumamente penosa, y esta es que José Vasconcelos en vida fué un ferviente admirador de Adolfo Hitler y las doctrinas del Nacionalsocialismo alemán. Sus artículos publicados en la revista Timón, de la cual fue director, así lo comprueban más allá de toda duda posible.

Es importante mencionar aquí que José Vasconcelos, cuando fué candidato a la Presidencia en 1929, gozaba de todas las simpatías tanto de la derecha moderada (los grupos conservadores tradicionales) como de la incipiente derecha radical que buscaría su inspiración en las doctrinas Hitlerianas basadas en los mitos de una supuesta conspiración judía para apoderarse del mundo, justo en el año en el cual la Guerra Cristera se acercaba a su fin. Pero fué derrotado por el candidato Pascual Ortiz Rubio (precisamente el primer candidato presidencial en ser postulado por el recién creado Partido Revolucionario Institucional) en lo que en aquél entonces fué una elección muy controversial (no existía el IFE, no existía el Tribunal Federal Electoral, no había un padrón de electores registrados con un estricto control avalando la legalidad de los votos emitidos en cada casilla) en la que quienes apoyaban la candidatura de Vasconcelos argumentaron un fraude electoral colosal que había privado a México de su legítimo Presidente, prohijando tantos rencores que al final todo derivó en un atentado en contra de la vida de Ortiz Rubio.

Hechas las anteriores aclaraciones, pasamos ahora a la perspectiva de cómo las ideas de José Vasconcelos podían ser utilizadas para reconciliar el Nacionasocialismo de Hitler que tanto alababa la extrema derecha en México con el problema de las razas supuestamente inferiores de los pueblos indígenas que habitaban el continente americano así como las razas igualmente inferiores derivadas como producto del mestizaje.

En varios respectos, el punto de vista de José Vasconcelos al final de sus días no es muy diferente del punto de vista de las organizaciones de la extrema derecha mexicana: alabó mucho de lo que tuvo que ver con Adolfo Hitler, considerando que su único error y verdadero error consistió en dar demasiado énfasis a la supuesta superioridad racial de los arios que de acuerdo con el Darwinismo biológico les daba el pleno derecho de ser los amos del planeta. Desde antes de que Hitler llegara al poder, este dilema doctrinario lo enfrentó Vasconcelos en 1925 postulando un concepto suyo, la creencia de que se formará una quinta raza, una raza americana resultado de la fusión de las grandes etnias (Vasconcelos se basaba en la división tradicionalista de las razas humanas en cuatro grandes grupos: la blanca -o caucásica-, la negra, la amarilla -o asiática-, y la roja nativa al continente americano), la cual bajo la guía del cristianismo producirá una nueva raza "superior". Esto lo deja bastante claro en su libro "La Raza Cósmica". (Sin embargo, al no poder colmar sus ambiciones de transformarse en Presidente de México, terminó renegando de su propia sangre mexicana yéndose al extranjero, algo que su pléyade de admiradores dentro de la Autónoma de Guadalajara y la Organización Nacional del Yunque prefiere no recordar.)

Es interesante notar que tanto Arnold Krumm Heller como José Vasconcelos así como muchos otros ideólogos en los cuales se apoya la extrema derecha mexicana para justificar la adherencia de mexicanos prietos al Nazismo racista son casi por regla general individuos con el cerebro embotado con creencias pseudo-místicas de carácter pseudo-religioso. En lo que respecta al Coronel y Doctor Arnold Krumm Heller, éste era un individuo en cierto sentido estrafalario cuya mente oscilaba entre el esoterismo, el nacionalismo y la osmoterapia. Así lo demuestra el libro que publicó en l909 bajo el título de "Conferencias esotéricas" y los subtítulos: "La evolución del Planeta y de las Razas Humanas, Curación de las enfermedades, y Prolongación de la Vida por medio de Ejercicios Respiratorios." Entre lo que dejó escrito Krumm Heller podemos recoger lo siguiente que nos dá una buena idea sobre cómo operaba por dentro su mente: "...desde la creación del hombre hemos pasado sólo por 3 razas raíces: La Lemuriana, La Atlanta y la Aria a que pertenecemos...". Según Krumm Heller, de cada raza-raíz habían surgido diversas sub-razas. La tercera sub-raza aria fueron los Toltecas, que se mezclaron con otra sub-raza, Los Mongoles "... que fueron los archipadres de los Aztecas y de consiguiente de muchos actuales mexicanos. Fue una raza que podemos llamar hermosa: verdaderos gigantes, de color cobrizo, como nuestros actuales indios ... esta raza carecía de olfato y por consiguiente, le era indiferente vivir en lugares infectos; su civilización llegó a una gran altura; poseían buques aéreos, librando con ellos grandes batallas, fueron grandes químicos y agricultores... el imperio de los Toltecas sucumbió en la catástrofe diluviana, hace 850 mil años...". Y explicaba la formación geológica de México de la siguiente manera: "...la catástrofe señalada es el hundimiento de la Atlántida que coincide con la formación de los actuales continentes. De este hundimiento quedó en pie la parte que forma el istmo de Panamá hasta Yucatán, y parte de Oaxaca, donde se encuentran los notables monumentos de la Cruz de Palenque, las Pirámides de Uxmal, etc. y esto es prueba evidente de que la civilización azteca vino del Asia, por desmembramiento de la Atlántida, y no por el estrecho de Behring como lo suponen los historiadores...". Asimismo, Krumm Heller mostraba un enorme optimismo afirmando que la última raza que poblaría la tierra sería la de una humanidad perfecta, capaz de comunicarse telepáticamente, que según él, surgiría en el Valle de México".

Por su parte, Vasconcelos cayó rendido ante las creencias místicas difundidas por la fundadora del Movimiento Teosófico, Helena Petrovna Blavatsky, popularizadas por su séquito de alucinados propagandistas teósofos ("las siete Razas de la Humanidad", "los siete Elementos Cósmicos", "la Atlántida perdida habitada por la raza madre", la noble raza aria, el antidarwinismo, etc.), además de estar contagiado por el mismo idealismo que había embriagado a Hegel y a Fichte, siendo también admirador tanto de Federico Nietzsche (el pensador que introdujo la frase "¡Dios ha muerto!" en su libro "Así hablaba Zaratustra" y que introdujo el concepto del "Superhombre" usado como bandera sublime por los Nazis) como del filósofo del pesimismo, Arturo Schopenhauer ("Schopenhauer, ¡cuánto debo a tu fuerte pensamiento!", exclamó Vasconcelos). Fue con este revoltijo estrambótico de conceptos diversos que ni siquiera puede calificarse como pseudo-científico que Vasconcelos cocinó su tesis de la "quinta raza", su "raza cósmica". En concordancia con las doctrinas raciales del incipiente Nacionalsocialismo alemán, el mexicano José Vasconcelos, no pudo ocultar su animadversión hacia lo que él consideraba "razas inferiores". Esto es lo que tuvo que decir al hablar acerca de los chinos: "...no es justo que pueblos como el chino, que bajo el santo consejo de la moral confuciana se multiplican como los ratones, vengan a degradar la condición humana, justamente en los instantes en que comenzamos a comprender que la inteligencia sirve para refrenar y regular bajos instintos zoológicos"). Y esto es lo que tuvo que decir de los negros deseándoles su eventual desaparición: "Los tipos bajos de la especie serán absorbidos por el tipo superior. De esta suerte podría redimirse, por ejemplo, el negro, y poco a poco, por extinción voluntaria, las estirpes más feas irán cediendo el paso a las más hermosas. Las razas inferiores, al educarse, se harían menos prolíficas, y los mejores especímenes irán ascendiendo en una escala de mejoramiento étnico, cuyo tipo máximo no es precisamente el blanco, sino esa nueva raza, a la que el mismo blanco tendrá que aspirar con el objeto de conquistar la síntesis. El indio, por medio del injerto en la raza afín, daría el salto de los millares de años que median de la Atlántida a nuestra época, y en unas cuantas décadas de eugenesia estética podría desaparecer el negro junto con los tipos que el libre instinto de hermosura vaya señalando como fundamentalmente recesivos e indignos, por lo mismo, de perpetuación. Se operaría en esta forma una selección por el gusto, mucho más eficaz que la brutal selección darwiniana, que sólo es válida, si acaso, para las especies inferiores, pero ya no para el hombre."

En lo que a lo político se refiere, entre el José Vasconcelos de aquella época y el Felipe Calderón de hoy las similitudes son extrarordinarias. Ambos candidatos presidenciales. Ambos guiados por una insaciable sed de poder hacia la silla presidencial de México creyéndose "salvadores" de la Patria. Ambos haciendo gala pública de su convicción religiosa. Ambos haciendo gala de complejos mesiánicos. Ambos considerándose a sí mismos como el ideal al cual deben aspirar el resto de los mexicanos. Ambos dispuestos a pactar con los sectores más conservadores de la sociedad mexicana con tal de lograr su ambición de ocupar la Presidencia de México. Y ambos apoyados tanto por los sectores de la derecha moderada como por los sectores más radicales en sus respectivas épocas.

Entiéndase bien una cosa: el muy ensalzado Maestro de América (muy elogiado con este apelativo en la literatura producida por la Universidad Autónoma de Guadalajara así como en la propaganda manejada tras bambalinas por la asociación clandestina Tecos) fué hasta el final de sus días un personaje muy afín a la ideología de la extrema derecha. Tan es así, que en la literatura propagandística del extremista de línea dura Salvador Borrego elaboró un prólogo alabando esta literatura de propaganda que ahora se sabe gracias a un esfuerzo académico extraordinario está plagada de serias tergiversaciones históricas, opiniones mal fundamentadas, y mentiras directas que el lector promedio no puede ni tiene tiempo para descubrir y desenmascarar por sí solo. No es una coincidencia o casualidad que a la nueva megabiblioteca inaugurada por el pro-Yunquista Vicente Fox con propósitos electoreros faltando tan solo mes y medio para llevarse a cabo las elecciones para elegir a su sucesor, se le haya nombrado "megabiblioteca José Vasconcelos", como un justo tributo a las aportaciones de este prohombre de la extrema derecha mexicana.

En resumen, tanto para quienes pertenecen a la sociedad ultrasecreta de extrema derecha Tecos manejada por los dueños de la Autónoma de Guadalajara como para quienes militan dentro de la Organización Nacional del Yunque o cualquiera de sus numerosas organizaciones satélites, no hay ningún conflicto ni moral ni ético en ser mexicano y al mismo tiempo profesar una admiración por la causa y las ideas pregonadas por Adolfo Hitler. Todo es cuestión de procurar las muletas ideológicas adecuadas, apoyándose en pseudo-filósofos como el extravagante Arnold Krumm Heller o el Maestro de América José Vasconcelos Calderón.